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bibbia200De Michele Lisco


JOSÉ: DE PRISIONERO A COMANDANTE

Tomemos la historia de José, el hijo de Jacob. Undécimo hijo de la tribu, era el predilecto de Jacob que lo amaba por su pureza de corazón y le hizo llevar una vida dedicada a los estudios. Sus hermanos mayores, sin embargo, lo envidiaban, ya que su padre quería que él fuera el sucesor entre todos sus hijos y por eso lo capturaron y lo vendieron como esclavo, haciéndole creer luego a Jacob que había sido asesinado por lobos.


El plan de Dios para José fue decididamente complejo: odiado por sus hermanos, vendido como esclavo y llevado a Egipto, permaneció allí durante varios años hasta que fue puesto al servicio del jefe de la guardia del Faraón, Putifar. Logró ganarse la confianza del amo, pero su esposa se enamoró de él y cuando José, permaneciendo fiel a sus valores, la rechazó, no queriendo traicionar a Putifar, ella lo acusó de violencia y fue encarcelado. Afortunadamente, el faraón, atormentado por una pesadilla recurrente, se enteró de la capacidad de José para interpretar sueños y lo convocó.
Según José, los sueños del Faraón se referían a una hambruna venidera y esto convenció al propio Faraón de tomar medidas serias. Poniendo toda su confianza en José y en sus talentos, quiso nombrarlo virrey de todo Egipto y durante la hambruna que realmente se produjo, José logró salvar a Egipto del hambre.
Precisamente en ese momento sus hermanos vinieron a pedir ayuda al Faraón por la falta de alimentos y José finge no conocerlos y los hizo arrestar. Les dijo que, si no traían al otro hermano que se quedó en casa también, no les permitiría irse.

Entonces, reteniendo a uno de ellos como rehén, los envió a buscar a Benjamín, porque en su corazón quería verlo. Una vez que los hermanos regresaron a Egipto con Benjamín, José les permitió irse, pero bajo una acusación falsa intentó arrestar al propio Benjamín.

De hecho, quería ver si los otros hermanos lo habrían ayudado, o si lo habrían abandonado como lo habían hecho con él muchos años antes. En ese momento Judá pide poder sacrificarse en lugar de Benjamín, para no darle más dolor a su padre que ya había perdido un hijo años atrás. De esta manera José comprendió que el corazón de sus hermanos había cambiado, se reveló a ellos y los abrazó con cariño.
Evidentemente, tales vicisitudes debían permitir a todos ellos llegar y establecerse en Egipto, para llevar a cabo el plan de Dios. Cuando Jacob murió, los hermanos temieron que José estuviera tratando de vengarse por haber sido vendido como esclavo cuando aún era un joven. Leemos en Génesis 50:

José les dijo: "No temáis; ¿Acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros habéis maquinado el mal contra mí, pero Dios ha querido que sirva al bien, para cumplir lo que hoy sucede: conservar en vida a un pueblo numeroso". (Génesis 50:19-20)

Notemos las palabras de José: "Vosotros habéis planeado el mal contra mí, pero Dios ha querido hacerlo servir para al bien". Las situaciones dolorosas se crean mediante la acción de Satanás para causarnos sufrimiento, pero Dios las utiliza para perseguir un fin positivo. Las pruebas, incluso las más terribles, no son más que instrumentos en las manos de Dios para traer el bien a Sus hijos.
José comprende y realiza dentro de sí una verdad inmensa: tomar nuestra cruz puede convertirse en la misión más grande que podamos tener. Si José hubiera cedido a los halagos de la esposa de su amo, su vida habría tomado un rumbo completamente diferente: habría quedado manchado de infamia ante los ojos de Dios y tal vez habría perdido la protección del cielo que, poco después, le habría concedido la extraordinaria posibilidad de presentarse ante el Faraón para profetizar, demostrando todo el talento y la fe de la cual era depositario, iniciando así su ascenso hacia un poder, el de mando, que ha permitido a los israelitas establecerse en Egipto según el diseño de Adonay.

Este ejemplo nos hace comprender lo importante que es madurar el discernimiento y mantener un fuerte vínculo con Dios, para no ceder ante las pruebas y tentaciones que la vida nos pone por delante y no caer en el círculo vicioso del karma, alejándonos de Dios y de nuestra misión.

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JOB: LA PRUEBA DE UN “JUSTO”

La historia es ambientada en el “país de Uz”, que debería estar situada cerca del territorio de Edom, es decir, en la parte sur de la actual Jordania. Al comienzo del libro, Job es muy rico: posee mucho ganado, muchos sirvientes y además tiene una familia numerosa. Satanás recibe el permiso de Dios para probar su fe, por lo que al principio le quita todas sus posesiones y luego lo priva de sus hijos. Posteriormente, al no haber logrado aún quebrantar la fe de Job, Satanás pide y obtiene autorización de Dios para golpear también su cuerpo.
Los amigos vienen a consolarlo, pero sus argumentaciones sobre los motivos de las pruebas que enfrenta Job agravan su sufrimiento, hasta el punto de que los llama “consoladores molestos” (Job 16:2). Comienza así una discusión entre Job y sus tres amigos, que se basan en la idea de que el sufrimiento es siempre y necesariamente consecuencia del pecado. Job nunca afirma ser un hombre perfecto, pero rechaza firmemente su juicio y no puede comprender la aparente dureza de Dios hacia él.

Eliu, un cuarto amigo que hasta entonces había permanecido en silencio, propone debatir el tema desde una base diferente. En lugar de considerar los sufrimientos de los hombres únicamente como castigo por el pecado, Eliu cree que fortalecen y purifican al hombre. Por tanto, no son la expresión de la ira de un Dios implacable, sino una corrección infligida con amor. La tesis de Eliu lo convierte en un mensajero del Señor: prepara la intervención divina y aporta un argumento que Job puede tomar en consideración e incluso aceptar (capítulos 32-37).
Finalmente, Dios habla y le muestra a Job que el conocimiento humano es demasiado limitado para explicar satisfactoriamente el misterio de los propósitos de Dios. Job y sus amigos habían olvidado que Dios es el Alfarero y nosotros no somos más que barro en Sus manos, por eso Dios los reprende. Job inmediatamente reconoce su pecado humillándose ante el Señor (38:1-42:6). Por tanto, la fe de Job triunfa sobre todas las pruebas y acaba recuperando su antigua prosperidad y aún más.

Todos los personajes humanos del drama hablan sin saber nada de las insinuaciones de Satanás contra la fe de Job, que se cuentan en el prólogo, y del hecho de que Dios le había dado permiso para probar con hechos sus acusaciones. Conociendo la premisa, los sufrimientos de Job no aparecen como resultado de una condena divina contra él, en virtud de la ley del karma (como habían afirmado sus amigos), sino más bien como prueba de la confianza de Dios en él, que a lo largo de la narración no vacilará nunca, de hecho, continuará llamando a Dios su Redentor.
Profundicemos ahora en la historia de Job a través de las palabras de Giorgio que, tras la sanguinación del 2 de septiembre de 2008, cuenta el mensaje que nos envió el cielo, centrado precisamente en la historia de Job.

He escrito el 2 de septiembre del 2008:
“Esta noche, antes de daros el mensaje, tengo que contaros la historia de un personaje del cual habla la biblia. Cuando no estéis bien, leed este libro, es vuestra historia, es nuestra historia, es mi historia, os cuento esto para prepararos a lo que os tengo que decir, para prepararos al mensaje que los hermanos de la luz crística, que han visitado mi casa junto a Jesús, me han rogado que os comunique.
Quizás algunos de vosotros ya conocen esta historia, los más cultos, los que tienen más tiempo para leer, quizás algunos otros no, yo os la cuento muy sintéticamente.
Es la historia de Job. Escuchad bien también para comprender la naturaleza de Dios, este Dios que las iglesias nos han hecho creer que sea a nuestra imagen y semejanza cuando en realidad es lo contrario. Es una historia metafórica, pero real.

Dice la biblia en el libro de Job que los hijos de dios van a presentarse ante el señor y entre ellos, pensad un poco, quizás muchos de vosotros se escandalizarán, va también satanás.
¿pero cómo, satanás no es el enemigo de dios? No nos han dicho quizás que son dos mundos distintos que no se tocan nunca y es solo dios el que interviene de vez en cuando...
Se ve que muchos curas y mucha gente no leen la biblia...
Y dios se dirige precisamente a satanás, Satán y le pregunta: “¿de dónde vienes satanás?” Y él responde: “vengo de dar una vuelta por la tierra...” “escucha satanás, ¿has hecho caso de uno de mis hijos, recto, justo, rico, fiel, generoso, humilde...? Se llama Job”. “claro que he hecho caso, él te ama, te sirve, pero tiene todo. Quítale todo, ¡verás cómo te sirve! Te escupe en la cara y te reniega”. Entonces el eterno se pone a reflexionar... “pensad, en este libro (satanás provoca la duda en dios...) Y por lo tanto le da el permiso de tentar a Job y de quitarle todo.
“te doy el permiso de quitarle todo. Haz que se enferme, prívale de sus hijos, de sus bienes, destrúyelo pero no le mates”.
Satanás desciende a la tierra y sirviéndose de sus instrumentos: ladrones, delincuentes, asesinos y mafiosos destruye sus bienes, hace que una calamidad natural mate a todos sus hijos. Le priva de todo. Le queda solo la mujer que le tienta: “¿aún crees en este dios?”, por lo tanto, Satanás se sirve hasta de la mujer para tentarle. Y Job contesta a su esposa: “mujer insensata, nací desnudo y desnudo volveré a la tierra, dios me ha dado riquezas y dios me las puede quitar. Él es el patrón de todo.”

Después satanás hace que se enferme de una enfermedad horrible que le desfigura hasta el punto que nadie se puede ni siquiera acercar a él... Así que imaginaros, el hombre más rico, más respetado del pueblo, más generoso porque él, por amor de dios, redistribuía las riquezas, ayudaba a los demás... Reducido así.
Estando enfermo van a visitarle tres amigos que intentan explicarle el motivo de su situación, intentan consolarle, dar un sentido a sus sufrimientos....
Pero Job, en la cama donde estaba muriendo les dice: “hacéis bien en hablar vosotros que sois ricos y sanos, yo me encuentro en esta situación, pero no he hecho nada para merecerla, pero dios es patrón y señor de todo y por esto yo nunca le renegaré”.

... En pocas palabras, para resumir la historia... Dios se le aparece a Job en una tempestad y job se dirige a él diciendo: “señor yo te he amado, servido, obedecido, acusado a los malhechores, a los delincuentes, he ayudado a los pobres... ¿por qué me has quitado todo y me estás castigando de esta forma? Yo soy justo, no puedo decir que me he equivocado si no he errado, pero puedo decir: “que se haga tu voluntad. Te pido que me quites la vida física de forma que cuando sea espíritu y esté en tu presencia para el juicio yo me pueda defender. No quiero ningún abogado, me quiero defender de tus acusaciones, defender las causas por las que he luchado... De todas formas, prescindiendo de esto, yo no te renegaré nunca y tú serás siempre mi dios”, el señor le contesta: “¿quién eres tú que te diriges a mí de esta manera? He creado el lobo y el cordero. ¿qué tendría que decir el cordero que es comido por el lobo? ¿es injusto? También el lobo se debe alimentar y la yerba que come el cordero ¿qué tendría que decir? ¿qué es injusto? Yo sé por qué hago las cosas, creo los cielos y la tierra, muevo las estrellas, por lo tanto, no repliques a tu dios. Pero dado que has sido justo, honrado, transparente y no has sido hipócrita, y no me has renegado, yo de todo lo que te he quitado, te restituiré el doble”.
Y así el señor le devuelve el doble de todos sus bienes, otros diez hijos y le hace vivir 140 años.
He aquí, queridos hermanos, éste es dios. ¿un dios tirano?¿ un dios incomprensible?
Éste es nuestro dios, se llama Adonay y es el dios que yo sirvo.
Nosotros no somos Job, pero nuestra historia es parecida.
El mensaje que quiero daros esta noche es que la historia de Job es una historia que quiero hacer mía porque se entiende la verdadera naturaleza de dios. Dios nos manda las pruebas porque quiere que seamos fieles, porque quiere que seamos fuertes y humildes en su presencia. Fuertes en el decir siempre la verdad, en el mantenernos transparentes, sinceros, en el defender las causas por las cuales se está dando la propia vida, causas que son las de su hijo, el cristo. Causas por la humanidad, para llevarla hacia un mundo mejor regulado por las leyes de armonía, amor, justicia, fraternidad....
Dios quiere que seamos así y puede ponernos a la prueba como ha hecho con Job a quien ha reducido a pedazos... Para volverle a dar después el doble de lo que poseía antes.
Cuando después satanás vuelve a la presencia de dios le dice: “entonces, Satán, ¿no has conseguido derrotar a Job?” “efectivamente”, admite satanás, “este hijo tuyo es un hijo recto, no le tentaré más, iré donde otros”.

Por consiguiente nosotros tenemos que ser como Job. Ahora os tengo que confesar que me siento bien. Y lo que tengo que deciros esta noche es esto:
“tenemos que resistir. Resistir porque lo que el cielo me ha prometido será mantenido. Yo no soy nada en este momento, intentad entender la simbología, me siento una nada como Job. No tengo nada que ofreceros. Pero os puedo ofrecer lo único que me ha quedado y por lo cual estoy dispuesto a morir: la verdad. Tengo una sola verdad, la de la segunda venida de Jesucristo a la tierra. Yo estoy apuntando todo sobre esto, sobre esta promesa y por lo tanto vosotros debéis vivir con esta certeza; si yo estoy presente o no, vosotros debéis tener la certeza de que él está en la tierra.
Jesús me ha dicho y me lo ha dicho personalmente: “yo estoy en la tierra. He regresado”. Anuncia a tus hermanos, que son mis hermanos y mis amigos que pronto estaré entre ellos. No os puedo decir el día y la hora, porque nadie lo sabe, solo el padre Adonay, pero muy pronto. Antes de lo que se imaginan. Pero tienes que decirles que serán probados como Job”.
Por lo tanto nosotros no somos Job, pero podemos superar cualquier prueba si estamos unidos de frente a las futuras pruebas del mundo. Los medios no nos faltarán para anunciar su venida, pero las pruebas serán duras y fuertes.
No es por casualidad que me han dicho: “lee el libro de Job”.
Ayer me han dicho: “enciende la radio y escucha” y estaba un cura que hablaba y ha dicho: “ahora os leo el libro de Job”.
Me han dicho: “lee de nuevo esta historia porque mañana hablaremos de ello”.

Por lo tanto, chicos y todos los hermanos del mundo, y en particular a vosotros de esta maravillosa arca os quiero decir esto:
“tenemos una sola verdad. Los próximos meses, años, nosotros tenemos que vivir con esta verdad. Todo lo que es importante en nuestra vida: ayudar a los niños, luchar contra los criminales, meditar, reunirnos en los encuentros espirituales es secundario, aunque de vital importancia. La fuente primaria de vuestra vida tiene que ser ésta. Cuando os levantáis por la mañana tenéis que asomaros siempre a la ventana y ver si el cielo se ha desgarrado, dado que él, Jesús, el mesías, pudiera aparecer de un momento a otro. Y con esto tenemos que seguir adelante, anunciar su venida, a todos los que encontramos, desde la persona común al personaje importante, si hablamos en una conferencia...
Él insiste sobre esto y yo he decidido dedicarme a esto entre otras cosas.
Es un mensaje importante para el próximo futuro: “no os hagáis ilusiones, proyectos de vida. Todos los proyectos de vida, que todos nos hacemos, sobre todo las parejas jóvenes deben tener esta certeza. Si queréis seguirme, de lo contrario seguid a otra persona.”
“yo estoy por volver”, dice Jesús. Me ha dicho también que irá a visitaros a casa, uno a uno, tenéis que prepararos para esto. Todos.

No es que me avisara. Lo hará directamente, porque yo soy solo un humilde siervo que se limita a anunciar su venida. Él os visitará, lo hará de una forma que vosotros no os asustéis, en sueño, quiero decir una experiencia astral o física. Él me ha dicho que antes de manifestarse al mundo visitará a sus hermanos y amigos personalmente. Hermanos y amigos. Yo no sé si estaré, pero si estoy, disfrutaré con vosotros de esta visita.
Giorgio Bongiovanni, Estigmatizado
Sant'elpidio Mare ( Italia)
2 de septiembre de 2008- 20:30 horas

Es importante señalar que Job es precisamente el ejemplo a través del cual podemos darnos cuenta si nos estamos volviendo arrogantes o si estamos en el camino de la humildad.
Analicemos ahora la historia de algunos profetas bíblicos: Moisés, Elías y Jonás, para ver cómo la vida de los hombres enviados por Dios puede estar llena de pruebas y tentaciones hasta el punto de correr el riesgo de perder su misión y romper la promesa de amor y servicio hecho al Padre Adonay.

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MOISES EL LIBERTADOR DEL PUEBLO DE ISRAEL

Moisés fue uno de los más grandes profetas, de los cuales la Biblia narra que "ya no ha surgido en Israel un profeta como Moisés, con quien el Señor hablaba cara a cara". Sabemos que Moisés fue el líder que Dios elige para liberar al pueblo hebreo de la esclavitud de los egipcios, 400 años después de que la descendencia de Abraham se había trasladado a Egipto.
Dios lo elige precisamente para renovar el pacto que muchos años antes había establecido con Abraham. Moisés se encontró lidiando con un pueblo rebelde, quejoso y siempre dispuesto a culpar a Dios y a sus profetas a la primera dificultad. Esta difícil relación entre Moisés y su pueblo llevó al profeta a pasar por momentos de gran desesperación, ira y sufrimiento, que pusieron a prueba su fe y la obediencia al Señor.
Dios mismo comunicó a Moisés que, debido a su comportamiento, no podría terminar sus días en la Tierra Prometida, sino que tendría que permanecer fuera de ella habiendo traicionado la confianza que había depositado en él. Por lo tanto, al final Moisés cayó en la tentación de desobedecer a Dios, quien de todos modos lo perdonó y lo llevó consigo al monte Nebo.
Hay algunos episodios que ponen de manifiesto cómo las pruebas y tentaciones a las que fue sometido Moisés en su relación con el pueblo han sido tremendamente duras y, al mismo tiempo, cuán severo ha sido el Señor ante la traición y la infidelidad por parte de los israelitas, durante todo el éxodo hasta la Tierra Prometida.

PRIMER EPISODIO (Nm 12,1-16): La rebelión del hermano Aarón y de la hermana Miriam, que habían compartido con Moisés alegrías y tristezas de tantos años de peregrinación en la ermita.
“María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer etíope con la que se había casado; de hecho, se había casado con una etíope. Dijeron: ¿Acaso el Señor habló solo por medio de Moisés? ¿No habló también por medio de nosotros?". El Señor oyó.

El Señor dijo inmediatamente a Moisés, a Aarón y a María: "Salid los tres e id al tabernáculo de reunión". Salieron los tres. El Señor descendió entonces en una columna de nube, se detuvo a la entrada de la tienda y llamó a Aarón y a María. Los dos dieron un paso adelante. El Señor dijo: «¡Escuchad mis palabras! Porque no habéis temido hablar contra mi siervo Moisés.».
La ira del Señor se encendió contra ellos y Él se fue; la nube se retiró de encima de la tienda y aquí estaba María, leprosa, blanca como la nieve; Aarón miró a María y ella estaba leprosa. Aarón dijo a Moisés: "Señor mío, no nos cargues con el castigo del pecado que hemos cometido tontamente". Moisés clamó al Señor: «¡Cúrala, Dios mio!».
El Señor respondió a Moisés: «Si su padre le hubiese escupido en la cara, ¿no llevaría esa vergüenza por siete días? Por lo tanto, quedará aislada fuera del campamento durante siete días; luego será admitida nuevamente."

SEGUNDO EPISODIO (Nm 14,1): El pueblo desacredita a los exploradores que habían seguido las indicaciones de Dios.
Desacreditaron ante los israelitas la tierra que habían explorado, diciendo: “La tierra por la que pasamos para explorar es una tierra que devora a sus habitantes; toda la gente que notamos allí son gente de alta estatura; Vimos allí a los gigantes, hijos de Anak, de la raza de los gigantes, ante quienes parecíamos langostas, y así debíamos parecerles a ellos”.
Entonces toda la comunidad alzó la voz y gritó con fuerza; el pueblo lloró toda esa noche. Todos los israelitas murmuraron contra Moisés y Aarón y toda la comunidad les dijo: «¡Oh! ¡hubiéramos muerto en la tierra de Egipto o hubiéramos muerto en este desierto! ¿Y por qué el Señor nos conduce a esa tierra para caer a espada? Nuestras esposas y nuestros hijos serán presa. ¿No sería mejor para nosotros volver a Egipto?". Se dijeron unos a otros: "Démonos un líder y volvamos a Egipto".
Entonces Moisés y Aarón se postraron en tierra ante toda la comunidad reunida de israelitas. Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que estaban entre los que habían explorado la tierra, rasgaron sus ropas y hablaron así a toda la comunidad de los israelitas: «El país que hemos atravesado para explorarlo es un país muy bueno.
Si el Señor nos favorece, nos introducirá en ese pueblo y nos lo dará: es un pueblo donde fluye leche y miel. No os rebeléis contra el Señor ni tengáis miedo del pueblo de esas tierras; es pan para nosotros y su defensa los ha abandonado mientras el Señor está con nosotros; no le tengáis miedo."
Entonces toda la comunidad habló de apedrearlos; pero la gloria del Señor se apareció en el tabernáculo de reunión a todos los israelitas. El Señor dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo me despreciará este pueblo? ¿Y hasta cuándo no tendrán fe en mí, después de todos los milagros que he hecho entre ellos? Yo lo golpearé con la peste y lo destruiré, pero haré de ti, una nación más grande y más poderosa que ella".
Moisés logra así obtener el perdón del Señor para su pueblo, pero Dios anuncia que no todos verían la Tierra Prometida, debido a la infidelidad demostrada por el pueblo a pesar de las continuas intervenciones y prodigios realizados para su beneficio.

TERCER EPISODIO (Nm 16): La rebelión de Core, Dathan y Abiram apoyada por unos doscientos cincuenta hombres.
En este caso Moisés vuelve a poner la afrenta en manos del Señor: los rebeldes son exterminados, así como sus partidarios, de modo que se crean grandes brechas entre el pueblo... una historia terrible que revela las condiciones muy difíciles en las que Moisés siempre tiene que actuar.
“Tomaron a otras personas y se levantaron contra Moisés, con doscientos cincuenta hombres entre los israelitas, jefes de la comunidad, miembros del consejo, hombres estimados; reunidos contra Moisés y contra Aarón, les dijeron: "¡Basta! Toda la comunidad, todos son santos y el Señor está en medio de ellos; ¿por qué, pues, os levantáis sobre toda la congregación del Señor? ... ¿Es poco para ti habernos hecho partir de un país donde fluye leche y miel, para hacernos morir en el desierto, porque tú quieres ser nuestro líder y dominarnos?"
Core convocó a toda la comunidad ante Moisés y Aarón a la entrada del tabernáculo de reunión; la gloria del Señor apareció a toda la comunidad. El Señor dijo a Moisés y a Aarón: "Apartaos de esta comunidad y yo los consumiré en un instante".

Pero ellos, postrándose rostro en tierra, dijeron: «¡Dios, Dios de los espíritus de todo ser viviente! ¿Un solo hombre ha pecado y quieres enfadarte con toda la comunidad? El Señor dijo a Moisés: «Habla a la comunidad y ordena: Retiraos de las cercanías de la morada de Core, Datan y Abiram».
Moisés se levantó y fue a Datan y Abiram; Los ancianos de Israel lo siguieron. Dijo a la comunidad: "Apartaos de las tiendas de estos malvados y no toquéis nada de lo que es suyo, no sea que perezcáis a causa de todos sus pecados". Entonces se retiraron del lugar donde estaban Core, Datan y Abiram. Datan y Abiram salieron y se pararon a la entrada de sus tiendas con sus esposas, sus hijos y sus niños.
Moisés dijo: «De esto sabréis que el Señor me envió a hacer todas estas obras y que no he actuado por iniciativa propia. Si este pueblo muere como mueren todos los hombres, si su destino es el destino común de todos los hombres, el Señor no me ha enviado; pero si el Señor hace algo maravilloso, si la tierra abre su boca y los traga con todo lo que les pertenece, y si descienden vivos al infierno, entonces sabréis que estos hombres han despreciado al Señor.
Tan pronto como terminó de decir todas estas palabras, la tierra se hundió bajo sus pies, y la tierra abrió su boca y se los tragó: a ellos y a sus familias, con todo el pueblo que era de Core y todos sus bienes. Ellos y todo lo que les pertenecía descendieron vivos a los infiernos; la tierra los cubrió y desaparecieron de la congregación. Todo Israel que los rodeaba huyó ante sus gritos; porque decían: «¡Que la tierra no nos trague a nosotros también!». Un fuego salió de la presencia del Señor y devoró a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían incienso.

Debido a las cargas que debe llevar durante largos años, Moisés cae en la tentación de perder la confianza, la fe, la paciencia y la humildad hacia Dios. Después del enésimo "murmullo" del pueblo descontento y después de notar la ira divina al respecto, Moisés enfrenta a Dios con estas palabras:
«¿Por qué has tratado tan mal a tu siervo? ¿Por qué no he hallado gracia ante tus ojos, que me has dado la carga de todo este pueblo? ¿Acaso concebí yo a todo este pueblo? ¿O acaso yo lo di a luz?, para que me digas: llévalo en tu pecho, como la nodriza lleva al niño lactante, a la patria que prometiste con juramento a sus padres ¿De dónde yo tendría carne para darle a toda esta gente? ¿Porque gimotea detrás de mí?, diciendo: ¡Danos un poco de carne para comer! Yo solo no puedo llevar a todo este pueblo; Es una carga demasiado pesada para mí. Y si quieres tratarme así, mátame, te lo ruego; mátame si he hallado gracia ante tus ojos y que yo no vea mi desventura" (Nm 11,11-15).
La amarga explicación del profundo malestar espiritual de Moisés llega sólo al Señor. Se trata de un desahogo "privado", por lo que los rebeldes israelitas no se enteran de nada. El Señor hace la vista gorda, pasa por alto el "colapso" de fe y paciencia de Moisés y promete que el pueblo comería carne durante un mes entero, hasta sentir náuseas; así el gran Moisés, asistido por los setenta ancianos, continúa guiando a Israel. En este punto, sin embargo, llega a Meriba, donde peca junto con su hermano Aarón, comprometiendo para siempre su entrada en la Tierra Prometida. Leamos este epílogo (Nm 20,7-12):

“El Señor dijo a Moisés: «Toma el bastón; tú y tu hermano Aarón convoquen a la comunidad y hablen a esa roca en presencia de ellos, y ella dará su agua; tu harás brotar agua de la roca para ellos y darás agua a la comunidad y a su ganado. Entonces Moisés tomó el bastón que estaba delante del Señor, tal como el Señor le había ordenado. Moisés y Aarón convocaron a la comunidad delante de la roca, y Moisés les dijo: «Escuchen ahora, rebeldes; haremos salir agua para ustedes de esta roca y Moisés levantó su mano y golpeó dos veces la roca con su vara, y salió agua en abundancia; y bebieron la comunidad y su ganado. Entonces el Señor dijo a Moisés y a Aarón: "Por cuanto no confiaron en mí para glorificar mi santo nombre ante los ojos de los hijos de Israel, no conducirán a esta congregación a la tierra que yo les doy".
A Moisés se le acaba de morir su hermana, el pueblo se queja por enésima vez, está cansado físicamente y psicológicamente agotado y enfadado. Por tanto, no se presenta a Dios de manera clara, con un corazón puro y bien dispuesto, ya que no está tranquilo por dentro. Moisés peca de ira, porque olvida las instrucciones de Dios y hace lo suyo, no obedeciendo al pie de la letra las instrucciones recibidas del Señor: no habla a la roca, sino que la golpea casi como si quisiera desahogarse. También peca de soberbia junto con Aarón, haciendo pensar al pueblo que puede ser gracias a ellos que el agua sale de la roca. Hasta ese momento el Señor los había usado como instrumentos para realizar señales milagrosas, los había elegido entre todos, pero no por sus capacidades.

Tomados por el sentimiento oscuro que habita en sus corazones, Moisés y Aarón olvidan lo que Dios ha hecho por ellos: no pueden hacer brotar agua de la roca, sólo Dios puede hacerlo. Cuando el Señor nos da la gracia de servirse de nosotros, debemos tener cuidado de no volvernos orgullosos. Sin Dios y su ayuda no sabemos ni podemos hacer nada, de hecho, Dios hace que el agua salga de la roca no porque Moisés la golpea, sino porque así lo prometió.
Moisés también peca de desobediencia, ya que el Señor le había dado una orden simple: "habla". No había dicho que realizara quién sabe qué ritual, sino simplemente que hablara con la roca. En cambio, como nos suele pasar, a veces queremos complicar las cosas más de lo que son, creyendo que les estamos dando más peso, pero al hacer lo nuestro desobedecemos tontamente. Finalmente, lo más grave de todo, Moisés no tiene fe, no cree en las palabras de Dios, Moisés deja entrar el pecado y pierde la fe, aunque sea por un momento, y esto le cuesta caro ya que no entrará en la Tierra Prometida. Después de todas las vicisitudes por las que ha pasado, oye pronunciar esta "sentencia" divina:
«Esta es la tierra por la que he jurado a Abraham, a Isaac y a Jacob: ¡yo se la daré a tu descendencia, pero tú no entraras en ella!

El libro concluye con la historia de la sucesión de Josué y de la muerte del profeta después de ascender al monte Nebo. Moisés había provisto a los israelitas de muchas maneras: había pedido a Dios que abriera el Mar Rojo para permitirles escapar de los egipcios, había traído las Tablas de la Ley, el agua, el maná. No le faltaba nada, pero en su momento de necesidad, en lugar de humillarse ante Dios y pedirle ayuda, de preguntarse por qué el Señor permitió esa situación y preguntarse si no era resultado del comportamiento del pueblo, se desquita con Él...
Estas historias nos hacen comprender que, a veces, el Señor permite que sucedan ciertos eventos porque quiere que le pidamos ayuda. Quiere ver cómo reaccionamos, si somos agradecidos y si permanecemos humildes... no es presunción, es amor. Quiere decirnos: “Estoy aquí, quiero ayudarte. ¡Si me pides ayuda, en cualquier situación, en cualquier momento, estoy listo y quiero darte una mano!”

Precisamente por ser un Dios de amor y no presuntuoso, el Señor a veces concede nuestros deseos, aunque no se los pidamos, ya que conoce nuestro corazón y sabe lo que necesitamos.

elia

ELIAS EL GRAN PROFETA

Según cuanto se lee en los libros de los Reyes, Elías fue un gran profeta, con notables dotes taumatúrgicas, de hecho, resucitó al hijo de la viuda de Sarepta que lo hospedaba durante una hambruna. El desarrolla la propia misión bajo el rey Acab, en el Reino del Norte (Israel estaba ahora dividido en dos reinos) alrededor del 850 a.C. y cuando Acab fue tentado por su mujer a una idolatría blasfema, Elías tuvo que intervenir duramente.
En el momento en el cual la reina Jezabel exterminó a todos los profetas de Dios para instaurar únicamente el culto al dios Baal, Elías permaneció fiel al Dios de Abraham y desafió y venció a los 450 profetas del dios Baal en el Monte Carmelo. Después de haber orado inútilmente a su Dios durante todo el día, de hecho, Elías demostró el poder del Dios de Israel encendiendo gracias a la plegaria, una pira de leña verde y húmeda.
Después de esta demostración milagrosa, en el arroyo Kison, con la ayuda del pueblo, degolló a los 450 sacerdotes de Baal. Elías se sintió orgulloso de haber restablecido la verdad, pero enfureció a Jezabel, quien prometió matarlo ese mismo día. Asustado, huyó al desierto, donde un ángel acudió en su ayuda y lo invitó a subir al monte Horeb, la montaña donde Moisés habló con Dios. Después de 40 días de caminata, Elías subió y se refugió en una cueva. Precisamente aquí tuvo una crisis de fe tan grave que quiso dejarse morir: "Basta, Señor, quítame la vida, porque no soy mejor que mis padres" (1 Reyes 19,4).
Uno de los más grandes profetas de Dios estaba por abandonar la propia misión. Después de la "guerra santa" contra la reina y los sacerdotes, su corazón estaba confuso: el sueño de transformar al pueblo y restaurar la fe en Dios parecía hecho añicos. El pueblo no lo había seguido, el Rey no lo quería, escuchar, se encontraba solo y perseguido. ¿A quién servía esta “guerra”? ¿Quizás lo había hecho todo mal? ¿O tal vez Dios lo había abandonado? Esta desesperación le permitió cuestionarse a sí mismo, volviendo así al origen, a la humildad, que es el único camino para llegar a Dios y escuchar verdaderamente lo que Él nos pide.
En medio de este dramático momento, Elías escuchó ruidos y vislumbró luces afuera de la caverna. Pensó que tal vez no se tratara de Dios, porque otros Dioses también podían realizar fenómenos similares, cuando siente un murmullo en el silencio, como "de un viento ligero" (1 Reyes 19,12) y algo le sugirió interiormente que, en ese sonido de suave levedad, estaba la verdadera voz de Dios. Se levantó al encuentro del Señor:

«¿Qué haces aquí, Elías?» le dice la voz. El profeta respondió, tratando de "justificar" su propia desesperación: «Estoy lleno de celo por el Señor de los ejércitos porque los israelitas han abandonado tu alianza, han demolido tus altares, han matado a espada a tus profetas. Me he quedado solo y ellos intentaron quitarme la vida".
Entonces Dios le dio otra prueba de Su grandeza a través de un fuego, un viento y un terremoto, para que el profeta pudiera comprender que el Señor es más grande que todas las dudas que tenía en su corazón y que el designio divino se realizaría de todos modos; Por eso, la desesperación equivalía a sobrestimarse a sí mismo y a subestimar la omnipotencia de Dios.
El Señor le dice a Elías que tendría que ir a “ungir” nuevos Reyes: «Sube, vuelve sobre tus pasos hacia el desierto de Damasco; Cuando llegues allí, ungirás a Hazael como rey de Aram. Después ungirás a Ieu hijo de Nimsi como rey de Israel, y a

Eliseo hijo de Safat, de Abel-Mecola, como profeta en tu lugar.
Si alguno escapa de la espada de Hazael, lo matará Ieu; Si uno escapa de la espada de Ieu, lo matará Eliseo.

Yo después me he salvado en Israel, siete mil personas, cuantas no han doblado sus rodillas ante Baal y cuantas no lo han besado con la boca" (1 Reyes 19, 15).
Superada esta prueba, habiendo renovado su voto de servir a Dios, Elías continuó su misión e incluso logró penetrar en el corazón del rey Acab, obteniendo su conversión tras sorprenderlo en un complot fraudulento. Gracias a este arrepentimiento se evitó la destrucción de la casa real, sin embargo, las consecuencias de las transgresiones del rey y su esposa Jezabel habrían sido inevitables; de hecho, Acab muere en la batalla.
Le sucedió su hijo Acazia, que perseguido nuevamente a Elías porque le dijo que dejara de cuestionar a Baal-zebub, porque “¿No hay tal vez un Dios en Israel?” Elías también venció estas persecuciones haciendo descender "fuego del cielo".

Finalmente, Elías llamó a Eliseo para que lo siguiera y fuera su sucesor, quien le pidió poder llegar a ser como un hijo mayor y recibir "las dos terceras partes de su espíritu". Mientras conversaba con Eliseo, Elías ascendió al cielo con "un carro de fuego y caballos de fuego" (2 Reyes 2, 11). Por lo tanto, no experimentó la muerte física, como ya le había sucedido al patriarca Enoc.

giona

JONAS, EL PROFETA REBELDE

Jonás era un galileo, un profeta a través del cual el Señor proclamó el juicio a causa del pecado, primero en Israel (2 Reyes 14,25-27) y luego en Nínive. Dios encargó a Jonás una tarea: Levántate, ve a Nínive (Gen 1,2), pero Jonás evitó durante mucho tiempo asumir esta tarea que consideraba demasiado gravosa, evadiendo así la llamada divina.
Una de las razones por las que Jonás huía de su destino es que no quería predicar a una población no judía, porque si los habitantes de Nínive se hubieran arrepentido, habría sido una vergüenza para los judíos, que no habían escuchado las llamadas de los profetas.

Jonás no quería arriesgarse a que un pueblo extranjero se viera mejor que Israel por causa de su predicación, así que decide embarcarse solo en un barco, no confiando en la bondad del diseño de Dios, pero durante el viaje, el barco fue golpeado por un temporal y estuvo en riesgo de hundirse debido a la violencia de las olas.
Jonás entonces se armó de valor y reveló a sus compañeros de viaje que la culpa de la ira divina era suya, ya que se había negado a obedecer a Dios, y para salvar el barco pidió ser arrojado al mar.
Los marineros quedaron impresionados por tal coraje y devoción y se convirtieron a este Dios que incluso persiguió a un hijo para reconducirlo a EL. Jonás fue arrojado al mar, pero fue salvado por un "pez" en el cual vive tres días y tres noches.

Durante su soledad, tuvo oportunidad de reflexionar:
formuló una oración de corazón y, con fuerza de espíritu, decide renovar su voto de obediencia al Dios de Israel. En ese momento, por orden divina, la ballena “vomitó” a Jonás sobre la playa.
Por tanto, el profeta cumplió su misión yendo a predicar a los ninivitas que, contra toda expectativa, le creyeron, proclamaron un ayuno y se vistieron de saco, por lo que Dios decidió perdonar la ciudad. Pero aquí resurge el instinto rebelde de Jonás: no satisfecho con el perdón divino, pretendía que Nínive fuese castigada. Se sentó delante de sus muros y pidió a Dios que lo dejara morir.
El Señor en cambio hizo crecer un ricino sobre su cabeza para darle sombra, y él se alegró, pero, al amanecer del día siguiente, un gusano mordió la planta y se secó, entristeciendo al profeta. El sol y el viento caliente flagelaron entonces a Jonás, que invocó nuevamente la muerte.
Su desesperación es comprensible dada la situación social y política de aquella época: Nínive era de hecho un claro símbolo de opresión para Israel, habiendo destruido y deportado al pueblo del Reino del Norte, pero a Jonás se le pidió que invitara a esa ciudad a la conversión.

Después de haber aceptado a regañadientes de hacerlo, Jonás rechazó la decisión divina de salvar a Nínive, no se resignó a aceptar un Dios misericordioso, prefiriendo uno de juicio inexorable, especialmente frente a un imperio tan odioso como el Asirio. A su arrebato, que roza la blasfemia, Dios responde con la "parábola del ricino", cuyo significado es igualmente claro:
Y el Señor dijo: «Tú has tenido compasión de la planta por la cual no has trabajado ni el haz hecho crecer, y que en una noche creció y en una noche pereció. ¿Y yo no debería tener compasión de Nínive, la gran ciudad, donde hay ciento veinte mil personas que no pueden distinguir su derecha de su izquierda, y una gran cantidad de ganado?"" (Gen 4,10,11)
El Dios de Israel es también el Dios de otros pueblos y de toda la creación. Su cuidado no conoce límites geográficos ni tampoco étnicos. No es casualidad que, en dos secuencias paralelas del libro, los que se dirigen a Dios, sean personajes no judíos: primero los marineros que se dirigen a Tarsis, luego los habitantes de Nínive, todos "gentiles", es decir, extranjeros.
El último en aprender esta lección fue el propio profeta: no aceptó que un pueblo malvado se salvara de la destrucción, llegando incluso a pedir morir para no tener que soportar la supuesta injusticia, mientras que él se entristecía al comprobar que una pequeña planta de ricino se había marchitado.
Con la expresión “no pueden distinguir su mano derecha de su mano izquierda”, Dios le explica a Jonás que el pueblo asirio podría haber cambiado si hubiera recibido el conocimiento y las señales para hacerlo y, sobre todo, que debería haber confiado en su Señor. Del mismo modo, todos estamos dispuestos a preocuparnos por las pequeñas cosas de la vida, ¿por qué entonces Dios no debería hacer tanto por toda la humanidad, incluso por la pecadora, para que al menos pueda tener la posibilidad de salvarse?

No nos corresponde a nosotros elegir a quién dirigirnos, sino que deberíamos conocer bien la lógica del cielo, para no caer en el error de anteponer nuestra idea de justicia a la de Dios, al fin y al cabo, también Cristo pide al padre para perdonar a los "gentiles", los romanos que lo crucificaron sobre la cruz, porque "no saben lo que hacen", es decir, no poseían el conocimiento del cuerpo profético y de las Leyes espirituales que, en cambio, el pueblo judío sí tenía.
En el próximo estudio en profundidad, contaremos el ascenso y caída de tres personajes claves en la historia del pueblo judío: Sansón, el hombre dotado de una fuerza sobrehumana; el rey David, que logró unir a todo Israel en un único reino; El rey Salomón, conocido por su inmensa sabiduría.

Michele Lisco
17 de diciembre de 2023

Adjuntos:

02.11.23 Tentación y selección, el rol de los tamizadores
https://www.thebongiovannifamily.com/cronicas-de-las-arcas-2023/10651-tentacion-y-seleccion-el-rol-de-los-tamizadores.html

25.03.23 La pureza nace de nuestras acciones
https://www.thebongiovannifamily.com/cronicas-de-las-arcas-2023/10432-la-pureza-nace-de-nuestras-acciones.html

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